domingo, 27 de julio de 2008




(Elenco original de “Brundibar”, fotografía sacada de una película de propaganda Nazi, 1944. Archivos Yad Vashem, Jerusalén)

Nota publicada en el numero 76 de www.psyche-navegante.com


Brundibar. El cuento de unos niños triunfando sobre el mal.
La opera de Hans Krása. La historia de esos otros niños.
Alejandro Mateo

Pequeño jardín.
Lleno de rosas y perfumes.
La senda es estrecha
Y un niño camina por ella.

El niño es pequeño, hermoso,
Como un botón.
Cuando el botón florezca
El niño no existirá.” (1)

Aninka y Pepicek son dos niños en problemas. Su padre ha muerto y su madre está muy enferma. El medico les ha recomendado conseguir leche fresca para que ella mejore, pero los niños no tienen dinero.

¿Cómo harán para conseguirla?

Viendo en el mercado a Brundibar se les ocurre una buena idea.

Brundibar es un organillero, un artista de feria que con su música y sus artes cautiva a todo aquel que pasa. Canta, baila y la gente en agradecimiento le arroja monedas.

A su manera ellos intentarán lo mismo y es así que comienzan a cantar para atraer la atención del público y recibir sus propias monedas. Pero al ser sus voces tan débiles como para opacar el organillo de Brundibar nadie los registra.

Profundamente tristes y ya de noche se les acercan un perro, un gato y un gorrión que escuchando sus problemas, les prometen ayuda.

Si todos los niños se unen para enfrentar a Brundibar podrán derrotarlo.

A la mañana siguiente, los animales convocan a todos los niños del pueblo y juntos se unen contra el desalmado organillero que en vano intenta acallar sus hermosos cantos.

Así logran conseguir el dinero para la leche que su madre necesita.

Aninka y Pepicek están felices, pero Brundibar sigilosamente se les acerca y logra robarles todo el dinero ganado.

Entonces los niños y los animales se unen para perseguirlo y terminan venciéndolo.

Brundibar finalmente es expulsado de la ciudad.

Y “colorin, colorado”

El bien triunfa sobre el mal.

Sobre esta historia basada en una canción popular checa, Adolf Hoffmeinster escribió el libreto de una opera a la que Hans Krása le puso música para ser interpretada por diez niños solistas y un coro de niños.

Krása fue un compositor cuya obra recibió las influencias de Gustav Malher y de los impresionistas y posteriormente por las nuevas tendencias del siglo XX.

Esta opera creada en el año 1938 en Praga se estreno en 1942 en un orfanato judío.

Krása no pudo estar. Lo nazis ya lo habían confinado al campo de concentración de Terezin donde se le encargaría luego dirigir las actividades musicales de la “Administración de actividades del tiempo libre”

Meses después irían a parar también allí Rudolf Freudfeld, el director de la opera, los niños del orfanato y tantos otros.

Miles permanecieron en el Guetho de Terezin antes de ser deportados a los campos de exterminio.

A pocos kilómetros de la ciudad de Praga y en la orilla oeste del río Ohre, en esa ciudad fortificada construida en 1780 bajo el Imperio Austro-Húngaro por el emperador José II en honor a su madre Maria Teresa, 150 años mas tarde la ocupación alemana armaría uno de sus tantos campos de concentración y exterminio. Allí serian confinados miles de judíos checos, holandeses, daneses, alemanes y muchos judíos ancianos prominentes y veteranos de la Primera Guerra Mundial.

Como propaganda nazi, Terezin era presentado siniestramente como una “ciudad balneario” donde los ancianos judíos alemanes podían “retirarse” con tranquilidad.

Otra era la realidad.

Un campo “de paso”. Una “antesala a la muerte”.

Cercada por dos muros de ladrillos en forma de estrella de cinco puntas y con un amplio foso entre los muros

No había cámaras de gas en Terezin, pero la escasez de agua y alimentos, las condiciones sanitarias, la superpoblación eran “antecámaras” a una muerte asegurada.

Sin embargo anteponiéndose ante tanto horror, los prisioneros, buscaron esas grietas donde poder acercarse a instancias de humanidad que hoy se vuelven presentes en esas obras que se pudieron rescatar y en el recuerdo de aquellos que sobrevivieron.

Al principio hechas clandestinamente (Solo podían llevar 50 kilos de equipaje y no tenían permitido incluir instrumentos musicales), luego aprovechadas con fines propagandísticos por los jerarcas nazis para dar una buena imagen ante el mundo, permitieron una ultima ilusión de vida una “normal” en donde se podían realizar actividades artísticas.

Conciertos de cámara, teatro, cabarets literarios, oratorio, conjuntos de jazz, recitales.

Oficialmente, la administración del campo estaba a cargo de los judíos, pero claro, bajo estricto control nazi.

Solicitada por el rey danés Christian X, el 23 de junio de 1944 una delegación de La Cruz Roja Internacional junto a dos delegados del gobierno danés (preocupados por las condiciones de vida en el gheto de los daneses enviados allí) visitaría Terezin. Ante la noticia los nazis se ponen a trabajar meses antes, en un programa de “embellecimiento” para los visitantes.

Un café donde los prisioneros podían escuchar música, tiendas donde comprar ropa de segunda mano, zonas de juego para los niños, un banco que operaba con dinero del campo, una biblioteca, una sinagoga y hasta un cementerio.

Paradójicamente La Cruz Roja Internacional, según la Convención de Ginebra de 1929, enviaba comida a la mayoría de los campos de concentración.

La película de propaganda nazi “El führer le regala a los judíos una ciudad” muestra una favorable imagen de ese gheto “modelo”, con una rica vida cultural. “El Führer es derecho y humano”

La visita duro seis horas y los nazis lograron pasar bien el informe. Luego volverían a iniciarse las deportaciones a Auschwitz.

Terezin llega a albergar pianistas de renombre, directores de orquesta, compositores, orquestas y conjuntos de cámara.

Víctor Ullman, un compositor moravo (1898-1943) compone a finales de 1943, sobre un texto que el poeta Peter Kein también escribió en el campo, la que seria la primer opera en los campos de concentración “El emperador de Atlantis” (también titulada “La muerte abdica”)

“Ven, Muerte, tú, nuestro convidado de hierro, ven a la morada de la vida. Danos el reposo después del sufrimiento y la miseria. Enséñanos a respetar las alegrías y las penas de nuestros hermanos. Enséñanos el mandamiento supremo: ¡No conjurarás en vano el gran nombre de la Muerte!” son algunas líneas de un lied que se escucha en esta obra llena de metáforas.

Esta opera de cámara no llego a estrenarse en esa oportunidad debido a las semejanzas que una delegación de la SS encontró entre el protagonista de la obra y la figura del führer.

De “Brundibard”, llegaron a darse más de cincuenta representaciones entre 1943 y 1944 en Terezin gracias a que Freudfeld se ocupo de llevar con él una partitura y a que los jefes del campo autorizaron a Krása, a escribir una nueva versión que se adaptara a lo instrumentos que tenían en el lugar.

El público era compuesto tanto por sus compañeros prisioneros como por sus verdugos.

“Toquen los tambores, hemos vencido…porque no nos doblegamos, porque no tuvimos miedo” dice en un momento el texto de la opera.

Seguramente ese “otro tiempo” que permitían los ensayos y las representaciones fuera una suerte de liberación en ese entorno. Una necesaria y única salida de escape ante ese espanto cotidiano.

La obra resulto muy popular. Los prisioneros veían en la figura de Brundibard a un Hitler vencido por la voluntad del bien. Los SS un divertimento infantil en un idioma que no entendían.

Durante ese año solistas y coros debieron ser renovados constantemente dependiendo de las deportaciones hasta octubre de 1944 cuando éstas se hacen masivas.

A pesar de las condiciones inhumanas a las que eran sometidos, los prisioneros desarrollaron su propia vida cultural.

En medio de la desolación los adultos prisioneros se ocuparon de la educación de lo niños a través de lecturas, obras de teatro, charlas.

Brundibard, es un relato esperanzador donde la fuerza de voluntad del espíritu humano y la unión demuestra que el bien puede triunfar y que ese es la mejor manera de luchar contra el mal.

Las voces de esos niños que cantaron Brundibad encontrarían el más certero de los silencios.

Pocos sobrevivieron. Encontraron la muerte que estaba esperándolos en las cámaras de gas, diezmados por el hambre y las epidemias, o en ejecuciones sumarias.

Krása también moriría allí.

Al borde del abismo ¿pudo el arte aliviarlos, hacerles creer que el bien ganaría finalmente como en “Brundibad”?

Una pesadilla blanca
de chimeneas quemando sangre
para hijos de Judea
con rara estrella y rostro de hambre.

En invierno y verano es igual
tras alambres no hay estación.
Terezin de los niños jugar
con la muerte común
mientras pintaban el cielo azul,
mientras soñaban con corretear,
mientras creían aun en el mar,
y los llevaban a caminar para no regresar.


Terezin, pelota rota.

Sed de tardes ya increíbles
saltaron locas las altas tapias,
y el amor, irreductible,

quedo colgado en alambradas de Terezin.

Terezin, pelota rota” (2)

(1) “El Jardín” poesía escrita por Franta Bass (4.9.1930 – 28.10.1944) en Terezin

(2) “Terezin” (1968) Canción de Silvio Rodríguez. Artista Cubano

Fuente: “Música en el Lager- creación y aniquilamiento” Francisco Ramos