sábado, 31 de mayo de 2008

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CRÍTICA DE TEATRO //
LA MEMORIA A TRAVÉS DE UN INTELIGENTE Y ARRIESGADO PLANTEO
Por: Pablo Mascareño - 30/05/2008





Alejandro Mateo es el responsable de "Un judío polaco", pieza que aborda el tema del Holocausto desde una mirada movilizadora, inteligente y poco convencional. Planos simultáneos de tiempo y espacio conjugan una unidad profunda tomando como eje un testimonio conmovedor.

El Holocausto es un tema transitado con regularidad por la dramaturgia del mundo. Los autores y directores argentinos no están al margen de esto. El teatro se posiciona ante el tema y se convierte en un recurso válido de memoria, intertextualidad y denuncia. Saludable ejercicio para no olvidar las tragedias que azotaron, y azotan, a la humanidad.

Esta vez, el tema es abordado con suma inteligencia, y con osadía. Y es aquí donde reside uno de los méritos de la obra: el planteo se genera desde un desparpajo que no le resta profundidad ni espanto.
"Un judío polaco" otorga, a través de planos de acción superpuestos, la revisión del testimonio de un sobreviviente polaco de los ghettos de Pabianice, Lodz, y de los campos de Auschwitz, Mauthausen y Gusen ll. Y, en simultáneo, la historia de un padre y un hijo, y el traslado hipotético a Buenos Aires. En el medio, lo mediático corruptible, morboso y superficial que puede generar un programa de televisión sensacionalista. Humor negro, frases chocantes, inquietud que logran movilizar a la platea.

Las actuaciones de Nicolás Mateo, Héctor Segura y Walter Rosenzwit son parejas, medidas y convincentes.
El espacio escénico, un típico departamento ph de La Paternal, se potencia permitiendo la acción simultánea en diversos planos.
Un acierto la incorporación de la imagen en video para dar cuenta de un crudo testimonio que se convierte en protagonista, en un cruce de tiempo y espacio que dispara la reflexión.