viernes, 16 de mayo de 2008


Irena Sendlerowa rescato a 2500 niños del gheto de Varsovia

Murió la Schindler polaca



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Irena no tenía los contactos de Schindler, con quien se la compara.

Por Claire Soares *

Irena Sendlerowa, una mujer polaca que sacó a miles de niños fuera del gheto de Varsovia salvándolos de una muerte segura a manos de los nazis, murió a la edad de 98 años. Como trabajadora social, no tenía ni la fuerza económica ni el libro de contactos de Oskar Schindler, con quien inevitablemente se la compara y, sin embargo, rescató casi el doble de niños, unos 2500 en total.

Los trucos de su comercio no eran elaborados: cajas de herramientas, cochecitos de bebés, valijas y viejos caños de agua eran usados para pasar a los bebés y niños pequeños fuera del gheto sin que los nazis los detectaran. “Sus actividades valientes son como un luz para el mundo, inspirando esperanza y restaurando la fe en la innata bondad de la humanidad”, dijo Avenr Shalev, el presidente del Centro de la Memoria del Holocausto de Israel, Yad Vashem.

Oficialmente reconocida como un heroína nacional por el Parlamento polaco el año pasado, así como nominada para el Premio Nobel de la Paz, Sendlerowa tardíamente recibió el reconocimiento que merecía, viviendo en una relativa oscuridad hasta hace una década. Que su historia casi se haya olvidado es en parte el legado del antisemitismo alimentado por el régimen comunista de la posguerra de Polonia y en parte por su propia modestia. “Sigo teniendo cargos de conciencia porque hice tan poco”, dijo en una de sus últimas entrevistas en el hogar de ancianos en Varsovia donde pasó sus últimos años.

“Su modestia dice que ella estaba haciendo lo que cualquier otro ser humano haría, pero no hay otra palabra para eso salvo heroísmo”, dijo Elzbieta Ficowsky, una de las niñas salvadas del gheto. “El instinto de supervivencia es salvarse uno mismo, pero ella salvaba a otros.”

El gheto de Varsovia fue establecido por los nazis para cercar a la población judía de la ciudad mientras esperaba ser deportada a campos de concentración y exterminio. Entre 1941 y 1943, el hambre, las enfermedades y las deportaciones redujeron su población de unos 450.000 a 71.000. En 1943 la gente tomó las armas en la primera revuelta masiva urbana contra la ocupación nazi en Europa, un levantamiento que fue aplastado brutalmente.

Una vez afuera de las paredes de tres metros del gheto, coronadas con vidrios rotos, los niños rescatados eran enviados a padres adoptivos polacos, donde eran provistos de identidades falsas y se les enseñaba oraciones religiosas polacas y cristianas para poder engañar a los curiosos oficiales de la Gestapo. Sin embargo, Sendlerowa quería que los niños rescatados tuvieran la posibilidad de reunirse con sus padres de nacimiento después de la guerra, de manera que copió los detalles de cada niño en dos papeles de cigarrillos por separado –un archivo duplicado que guardaba en dos botellas de vidrio enterradas en el jardín–.

Lamentablemente, muchos de esos informes iban a servir de poco, pues para el fin de la guerra, muchos de los padres de los niños habían muerto, la mayor parte en Treblinka, donde un estimado de 300.000 judíos fueron asesinados sólo en el verano de 1942.

Sendlerowa corrió grandes riesgos. Una mañana un escuadrón de soldados nazis irrumpió en su casa y la llevó a los cuarteles de la Gestapo, donde fue torturada. Las marcas que le quedaron de lo que ella llamaba “aquellos superhombres alemanes” permanecieron en su cuerpo por el resto de su vida. Hubiera muerto de no ser por sus colegas que lograron sobornar a unos oficiales nazis y detuvieron su ejecución. Aunque las autoridades alemanas cubrieron Varsovia con carteles, anunciando que Sendlerowa había sido fusilada, en realidad la tiraron en los bosques, con sus brazos y piernas quebradas, inconsciente, pero todavía viva.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12

Traducción: Celita Doyhambéhère